Ya es domingo 30 y con un gorro puesto me dirijo hacia la capilla. Al llegar veo como varios acudieron al llamado de nuestro animador. Llevar pistolas de agua. No se podía ni observar el sol en el cielo cuando mis compañeros no pudieron controlarse con aquellas armas en las manos y se mojaron gastando todo el líquido que tenían para llevar, pero eso no importaba, ya que ni siquiera habíamos comenzado y se podía recargar. De pronto llega el animador con una pistola legendaria en su poder y nos disponemos a llegar al Líder “Express”. Antes de llegar al lugar se desata una desenfrenada guerra de agua, culos mojados, poleras mojadas, personas temblando, chicas gritando y mucho más se podía observar al momento de acercarnos al lugar. Cuando nos encontramos en el establecimiento comercial nos prestaron los petos que indicaban que éramos de servicio. Solo quedaba esperar que la caminata comenzara.

Llega en vehículo que tenemos que seguir y nos dan algunas últimas indicaciones para estar listos, nuestro grupo de servicio queda encargado de, con una cuerda, delimitar el espacio que no podía cruzar la gente, éramos un la diferencia entre la multitud y los vehículos. El vehículo que nos dirigía iba hacia el cerro quince, la cual sería nuestra primera parada, allí nos encontraríamos con más gente y algunas comunidades colegiales para llegar al verdadero destino: El Templo Votivo de Maipú.

En el cerro quince empiezan a aparecer los primeros signos de la prensa, ya que la multitud aumentaba drásticamente. A algunos del grupo de servicio se nos pide que tomemos algunas bolsas para ser algo así como basureros móviles, con el fin de que la gente no bote la basura en el suelo del lugar. A mí y a otro compañero que estábamos vagando con las bolsas en el lugar, se nos pide que afirmemos la pancarta gigante que promocionaba la caminata, era como un “banner” gigante que tenia soporte en los dos extremos, cada uno tenía que tomar un extremo. Al terminar la liturgia que se realizaba en el cerro se nos pide que dejemos el lugar rápidamente para poner la pancarta en una posición preferencial. En el camino pierdo a mi compañero y al llegar se le pide a otro que me ayude con la pancarta.

En el camino hacia el templo la multitud de gente entorpece la tarea de sincronizarnos lo mejor posible y en más de una ocasión uno tenía que esperar al otro o adelantarse para alcanzarlo. Aún así yo me dedique a saltar en la mayor parte del camino, cosa que mi brazo después me reclamaría. Al llegar al templo dejamos la pancarta en las manos de otras personas y los del grupo de servicio se quedaron descansando mientras se realizaba la misa, algunos se retiraron temprano y otros esperaron para irse en masa. Al animador le llega la “ira” de los de servicio y todos se disponen a realizar la última mojada en contra de él. Luego de que aquel momento pasara el animador nos agradeció nuestra participación y sacrifico dos mil pesos de su bolsillo para deleite de nosotros. Un compañero ofrece su casa para que se utilice ese dinero y todos quedamos con aparecer a las ocho allá. Ya empieza a oscurecer y por algunas monedas todos se disponen a volver a sus casas.

La caminata termino de buena manera, sin ningún inconveniente y las gracias ( y desgracias para algunos) que ocurrieron después ya son otra historia.

Ahora solo queda esperar el plato principal: Los Andes. Espero que pueda servirmelo.

Escrito por Fean on 03 octubre 2006 a las 10:38 p. m. | Link Directo