19 junio 2007

Chapter XVI: Culpa

Capítulo Primero

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- Francisca, mírame a los ojos.

- No puedo.

- ¿Por qué?

- Por lo que te hice…

- No me haz hecho nada

- … te hice sufrir.

- No me haz hecho sufrir.

- ¡Por que mientes! – le recriminé mientras lo comenzaba a mirar - ¿Por qué no puedes ser más honesto con los demás? Herí tus sentimientos, te hice sufrir, te vi derramar lágrimas… nunca te había visto una en toda mi vida…



¿Por qué tuvo que terminar ese día así?

Intente varias veces consolarme auto convenciéndome de que no era mi culpa, que era culpa de él por no contarme nunca. Pero de igual forma fui cruel, de igual forma podría haberme percatado de ello y preguntar… solo preguntar…



Luego de terminada la película fuimos a comernos un nutritivo almuerzo en los locales de comida rápida. Antonio amaba ir a comer al Doggi’s y era una de las pocas cosas que no era capaz de transar. Todo iba normalmente hasta que me acordé que el cumpleaños de mi padre se avecinaba.

- ¿Luego podemos ir a vitrinear? – le pregunté.

- Por supuesto, así hacemos algo de tiempo.

Estuvimos viendo cosas durante unos quince minutos antes de que Antonio se comenzara a aburrir y me preguntara para quien era el regalo. Yo le respondí que era para mi padre, que en unos días él estaría de cumpleaños. Solo suspiro.

Varios minutos después nos sentamos en una banca del centro comercial. Ya estamos un poco agobiados de buscar algún presente.

- ¿Por qué buscas tanto un buen regalo? – preguntó Antonio – Podrías darle una corbata y ya.

- Siempre es así – respondí –, quiero que este año sea especial.

- Siempre te quejas de él, dices que le odias.

- Lo odiare pero de todos modos es mi padre.

- Querer un buen regalo para quien odias, eso es casi ser hipócrita.

- ¡No es ser hipócrita! Solo quiero darle un bonito regalo.

- Pero…

- ¡Por que te molesta que le de un regalo! Por lo menos yo tengo padre, el tuyo pareciera que no existiera…

Me comencé a detener al ver el rostro de Antonio, fue en ese momento cuando me di cuenta de lo que estaba diciendo. Su padre era un hombre de negocios que generalmente no estaba en la casa de ellos. Cuando volvía a Chile sus visitas duraban son suerte un fin de semana. Yo no lo veía de hace por lo menos un año.

- Mi padre murió hace unas semanas atrás – dijo lentamente – No les dije, a Sara ni a ti, que había vuelto del extranjero ni menos que había fallecido…

- Yo… - balbuceé, sentía que había hecho más daño del que creí en un momento -no sé que decir.

- No digas nada…

Antonio se llevo las manos al rostro y comenzaron a salirle lágrimas. Nunca lo había visto así, me sentía terrible. Fue como destruirlo a propósito.

Intente consolarlo, pero con un movimiento de su brazo rechazó mi oferta. Entre medio de sollozos intento decirme algo. No estoy seguro que dijo, pero entendí un “déjame solo, por favor”.

- Yo… – comencé a decir mientras me iba – lo siento.

04 junio 2007

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Complicaciones

(Leer VI)

- ¿Eh?... Sara no me dejes sola – le supliqué mientras se iba.

Era en vano, ella estaba más preocupada de Víctor, y Antonio ya estaba lo suficientemente cerca como para impedir que yo intentara hacer algo. Cabizbaja me quedé en mi asiento y espere con nervios a que Antonio se sentara. Lo miré de reojo; sacó un pequeño libro que tenía en uno de sus bolsillos y se puso a leer. Era como si nada hubiese pasado, como si yo no hubiera hecho nada, como si él no estuviese sentado conmigo; incluso llegué a pensar que nada había sucedido ese día.

- Si quieres – dijo luego de unos minutos –, puedo hacer el trabajo solo – mas no le respondí.



- Voy a salir – le dije a mi padre.

- ¿Dónde piensa ir señorita?

- A dar unas vueltas.

- ¡Usted no va a ningún lado a dar vueltas! – gruño mi padre.

- Voy donde Antonio – le mentí; era la única manera de que me dejara salir.

- ¿Antonio? Está bien, puedes ir, pero si llego a saber que estas mintiendo te vas ha arrepentir – me advirtió.

- Sí papá.

Ahora estaba obligada a ir donde Antonio, mi padre sería capaz de seguirme con tal de asegurarse que no le había mentido. Yo solo quería salir a pensar un momento, a caminar. Necesitaba pensar. Luego de lo que había ocurrido ese día, necesitaba pensar. No podía seguir evitando a Antonio; no podía seguir evadiendo las preguntas de Sara; no podía dejar que él hiciera el trabajo sólo por mí simplemente para que no nos topáramos.

Era un sábado en la mañana y ahí estaba yo, casi por obligación, al frente de su casa. No podía llamar, no tenía el suficiente coraje para hacerlo. “Todo es culpa de Sara” pensé, “Si ella hubiese ido con Antonio nada de esto estaría pasando”. Pero sabía que no era así, yo y mi gran bocota me metían en problemas otra vez. No era capaz de resolver mis propios problemas, y no tenía ganas de hacerlo ahora. Luego de unos minutos di media vuelta y decidí marcharme. Prefería decirle a mi padre que no había nadie a encontrarme con Antonio.

- Fran, ¿Cómo haz estado?

Era Antonio, debió haberme visto fuera de su casa. Hice como si no le escuchara y seguí mi camino.

- No sacas nada con irte – dijo –. Acaba de llamar tu padre y le dijo que estabas afuera, me dijo que habías venido a verme – no le conteste, pero me detuve –, además, Fran, sabes que tenemos que hablar.

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