Chapter XIV: Regalo Sorpresa
Capítulo Anterior
- ¡Mira esto! ¿Acaso no es hermoso?
- Creo que debería ser un poquito menos extravagante
- ¿Por qué? Yo la encuentro hermosa.
- No se los gustos de Héctor, pero no creo que a muchos hombres les gusten una sudadera de color naranjo neón.
Ya faltaban pocos días para el cumpleaños de Héctor y le había pedido a Antonio que me acompañara a elegir algún buen regalo. El había accedido sin ninguna complicación, como siempre, pero no me ayudaba mucho y solo se dedicaba a criticar mis gustos.
- ¡Pero en California siempre las usan!
- Estamos en Chile, Sara.
- Entonces dame alguna idea.
- ¿Por qué no le regalas esta camisa negra?
- ¿Camisa negra?
- Si, como la que usa mucha gente.
- Pero esos son tus gustos, no los de él.
- Mejor regálale algo que tu realmente consideres bueno, algo que tu quieras darle con todo tu corazón – me quede pensando un momento y fui a buscar una camisa que había visto unos pasillos antes.
- ¿Algo como esta camisa floreada? – dije mostrándosela a Antonio.
- No tienes remedio – replicó y tomando un diario que tenía bajo el brazo comenzó a leer.
Yo seguía buscando el regalo para Héctor y Antonio seguía leyendo tranquilamente su diario. Me lamentaba el hecho de que Francisca no me haya acompañado, pero estaba castigada y su padre era muy estricto en eso.
- Oye, Sara – dijo de pronto Antonio – ¿Haz sabido algo de tu antiguo novio?
- Eh… lo vi hace una semana. ¿Por qué?
- Por... – se quedo un rato viendo un periódico y prosiguió – Por nada, olvídalo.
- ¿Qué hay en el diario?
- Nada.
- ¡Dámelo! – le dije e intente agarrarlo; Antonio lo esquivo, saco un pedazo de una hoja y se lo introdujo en la boca – ¿Pero que hiciste?
- Es que tenía hambre – dijo luego de tragarse el papel. – Pero no te preocupes por eso, yo me preocuparía de que Héctor viene por ahí.
“Así que yo, señorita, me retiro. Bye.
Daba la impresión que Héctor estaba haciendo lo mismo que yo. Miraba de un lado a otro y viendo precios por doquier. Me acerque a él e intente saludarlo con un beso, mas me esquivo y me dijo.
- Llevas ya casi un mes con él y no eres capaz de reconocerlo.
- ¿Víctor?
- ¿Quién más?
- Lo siento, te confundí.
- El “lo siento” no me lo digas a mí, díselo a él si es que algún día nos vea así.
- No, eso nunca, yo no lo engañaría.
- Que bueno, por que él lo esta haciendo.