Después de un viaje casi digno de la Odisea logré llegar a la casa de Víctor. Era una casa antigua, una de las pocas que quedaba en el sector por el amenazante avance de los departamentos. Estaba muy bien cuidada y, sin duda, al verla se podía pensar que era la moraba de una familia un tanto acomodada. En un comienzo la imponente casa apagó mi valentía y no fui capaz de llamar inmediatamente.

Comencé a mirar mí alrededor y sin duda la calle no era muy transitada, cruzaban con suerte algunos autos y las personas no se alcanzaban a contar con los dedos de la mano. Me quedé mirando un poco más la casa y pude divisar el timbre que se ocultaba entre los arbustos que decoraban la entrada; estaba a punto de tocarlo cuando se asomó un cuerpo por la ventana del segundo piso, estaba mirando fijamente hacia un lado de la calle. Era Víctor.

- ¡Hola Sara! Eras tú. – dijo con un aire de sorpresa.

- ¿Esperabas a otra persona? – le pregunte.

- No, solo que puede llegar quien sea, la vida es una caja de sorpresas, ¿o no?. Mejor
espérame un poco, bajo y te atiendo de inmediato.

En ese momento me comencé a poner más nerviosa, ¿como le hablaba?, ¿que le iba a decir?, que no decir, ¿como pararme?, tal ves debía intentar algo, ¿o solo tenía que preocuparme del trabajo?, y si hacía…

- Adelante señorita – dijo Víctor interrumpiendo mis pensamientos.

- Eh, gracias

- ¿Y como haz estado? – me preguntó mientras cruzábamos el patio.

- Bien, bien, ¿y tú?

- He tenido que hacer unos papeleos estos días, ahora estoy conociendo todo Santiago – dijo Víctor, y cuando entramos a la casa agrego- Siéntese como en tu propio hogar.

- ¿Y de que han sido los papeleos?

- Solo problemas, ya que este invierno tengo que…

- ¡Mira! – le interrumpí - ¡Que bonitos!

- Ah estos, son aviones de maqueta que hice yo mismo, no he hecho últimamente ya que no me alcanza el tiempo.

- Son hermosos, a todo esto ¿Cuándo vamos a hacer el trabajo?

- No te apresures, mi hermano fue a comprar los materiales.

- ¿Mandaste a tu hermano?

- Él tenía que salir hoy y de vuelta iba a pasar a comprarlos.

- Ah, que bien.

- Siéntate, yo voy a buscar un poco de jugo, ¿quieres?

- Sí, gracias.

Comencé a mirar la casa. Estaba muy bien decorada. Tenía una mesa vidrio al centro del living que tenía varios adornos. Mi curiosidad me llevo a tomar uno. El que tomé era de un grupo de adornos que citaba “W.T Parke” “OldEstes Collection”. Yo tome uno que parecía un zapatito, era muy adorable. Tenía el dibujo de algo así como un parque. Cuando me lo acerqué para verlo mejor se me fue de las manos y cayó.

- Sigues tan descuidada como siempre, es adorable – dijo Víctor sonriendo.

Había puesto el pie para amortiguar la caída del objeto, yo ni siquiera me había dado cuenta que él estaba aquí. Cuando nos conocimos se me había caído mi celular unas cuantas veces y él lo había salvado de la misma forma.

- Tengo los dedos de mantequilla… – dije y luego reaccioné – ¿Por qué dices eso si dijiste que no te acordabas de mí?

- ¿Cuándo?

- En el colegio.

- Pero si yo no voy a tú colegio.

- No digas eso Víctor. ¿Acaso padeces de Alzheimer a tan corta edad?

- No, además yo no soy Víctor, soy Héctor. (Leer Capítulo II)+

Escrito por Fean on 17 marzo 2007 a las 1:19 a. m. | Link Directo